Tras la conquista de Badajoz en 1230, por Alfonso IX y las correrías del maestre santiaguista D. Rodrigo Iñiguez, en 1241, los términos hoy pertenecientes a las villas de Almendralejo, Fuente del Maestre, Aceuchal, Villalba, Feria, Los Santos y ciudad de Zafra, quedaban definitivamente ganadas para los cristianos.
En 1285 Sancho IV, hacía donación de seis caballerías de heredad a orillas del río Guadajira en términos hoy de Villalba, al portugués Vicente Codinez, quién al año siguiente vendía con la aldea de don Falcón que era de su propiedad, a D. Juan Mathé de Luna, Camarero Mayor del monarca.
Tres años más tarde, D. Juan Mathé conseguía carta puebla para poblar la aldea de don Falcón y apoyado en su resultado, procedió a refundir ésta, con una alquería próxima llamada Villalba, en la que sólo vivían cuatro vecinos.
El mismo monarca, autorizaba poco después el acotamiento del término, contribuyendo con ello a su sustracción de la jurisdicción de la ciudad de Badajoz.
En principio, la población originada comenzó a denominarse Villalba de don Falcón y más tarde Villalba.
Poco tiempo desdés, Villalba pasó, a ser propiedad de doña Estefanía, hija mayor de don Juan Mathe, quién la donaba como dote al matrimonio de ésta con D. Enrique Enriquez, hijo del infante D. Enrique.
En 1307, la población pasaba por herencia a D. Enrique Enriquez “el Mozo”, fruto de aquel matrimonio, quién aprovechando su parentesco con el rey Alfonso XI amplió considerablemente sus propiedades.
A la muerte de D. Enrique, Villalba pasó a ser heredamiento de su hija Doña Leonor Enriquez, casada con el Conde Don Fernando de Castro, acérrimo partidario del rey Don Pedro “El Cruel”, Doña Leonor Enriquez, no aceptó nunca tal enajenación, por lo que interpuso pleito ante la corte, alegando que su familia los Enriquez, habían reconocido la nueva dinastía desde el primer momento, por cuya razón no existían motivos que justificasen el regio castigo.
La devolución de la villa de Nogales era fácil, no así la de Villalba debido a las confirmaciones.
En 1393, fallecía Doña Leonor Enriquez siguiéndose los pleitos por ella iniciados, entre su hijo D. Pedro y el de Tomás Pinel de nombre Beltrán, cuando aparece en escena la figura de D. Lorenzo Suárez de Figueroa, llamado “El Gran Maestre” y “El Magnífico” quién tras conseguir ejecutoria en Granada y licencia del rey para que los litigantes pudieran vender las propiedades independientemente del resultado de los juicios pendientes, llevaba a efectos la compra, cuyas escrituras se firmaban en Villarrubia el 28 de febrero de 1395 a nombre de su hijo don Gómez Suárez de Figueroa, de sólo catorce años y residía en la corte, donde era Camarero Mayor de la reina Doña Catalina de Lancaster; pagaron se 80.000 mrs a ambos litigantes por la villa de Nogales, y 100,000 por los posibles derechos que pudieran resultar en su favor en los pleitos.
Con esta compra de Villalba y Nogales más las donaciones de Feria Zafra y la Parra hechas el 26 de Ferrero del año anterior por Enrique III en Alcalá de Henares, comenzaba a gestarse uno de los más importantes estados señoriales de la historia moderna española. En 28 de septiembre de 1567 por merced regia de Felipe II se instituía el Titulo de Marqués de Villalba en la persona del segundo Duque de Feria D. Lorenzo Suárez de Figueroa (ver imagen izquierda), con ello, Villalba pasaba a ser cabeza de Marquesado formado por las villas de Solana, Corte de Peleas, Santa Marta y Nogales, conformado dentro del Ducado de Medinaceli Feria, en cuya ostentación permaneció hasta la extinción de los mayorazgos y Señoríos con motivo de las leyes desamortizadoras.