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Monumento

El territorio de Guareña, como lugar de asentamiento humano, es muy antiguo. Prueba de ello son los vestigios que prueban una ascendencia prehistórica, tartésica y romana.

Guareña formó parte de la diócesis de Plasencia, con lo cual fue posible la intervención de Rodrigo Gil de Hontañón (arquitecto oficial de la diócesis de Plasencia) en la iglesia de esta población. La Orden de Alcántara, muy poderosa en Extremadura, conquistó todos estos territorios, por lo que toda la comarca debió haber pertenecido a los de Alcántara. Pero por disposición del Rey Fernando II el Santo, Trujillo, Medellín y Guareña, permanecieron al lado de la Corona y jamás pertenecieron a la Orden.

En el siglo XIX se hizo la distribución provincial del territorio español, se procuró encajar las diócesis dentro de los límites provinciales, y así se hizo en la mayoría de los casos, aunque no en todos, como ocurrió en las diócesis extremeñas.

El emplazamiento urbano

Como es habitual en las iglesias rurales sobresale en altura sobre el resto de la población. Esto podría deberse al deseo de afirmar el poder espiritual de la iglesia, la sumisión de la Divinidad, y, sin duda, las elevadas torres tendrían una misión estratégica de vigilancia por dominarse desde ellas una amplia zona de la comarca.

Hay constancia de una iglesia con la advocación de Santa María en el siglo XV, sobre dicho solar, llegó a construirse la fábrica actual, aprovechando así, algunos de los elementos existentes.

La iglesia de Santa María de Guareña se levanta actualmente casi en uno de los extremos de la población, cerca del antiguo centro, la Plaza Vieja. El edificio es una fábrica grande cuyo exterior mide 89x45 metros, resultando desproporcionado para la población actual y aún en la época de su construcción, aunque Guareña fuese el polo de atracción de todos los poblados cercanos y su iglesia el punto de reunión de todos los habitantes de la comarca, o bien por deseo del Obispado, como muestra de su poderío, o, en un plano más general, como demostración del fuerte poder de la institución de la Iglesia en la España del siglo XVI. El hecho es que fue una obra importante en toda la comarca y se pregonó en todos los pueblos de la zona.

La construcción y los artistas

En el año 1557, se comenzó la obra de la iglesia de Santa María de Guareña, bajo el pontificado del obispo Gutiérrez Vargas de Carvajal. Del 24 de marzo al 16 de abril, de ese año, Sancho de Cabrera, maestro de cantería, estuvo viendo la obra y solicitó obreros y materiales en Valverde, Mérida, Oliva, Medellín, Don Benito, La Zarza, Trujillo, y fijándose cédulas en estos lugares. La piedra para la construcción fue traída de las canteras de La Mancha y de Don Salvador, y también de la cantera de Cristina.

En marzo de 1559 se le notifica al maestre Cabrera que pare la obra de la iglesia por distintas revueltas entre los oficiales y este. En diciembre de ese mismo año, se vio en Cabildo la tasación que dio Rodrigo Gil de la iglesia de Don Benito. Examinaron una petición del Concejo de Guareña para la obra de la iglesia. Se dio cuenta de la petición de Sancho de Cabrera suplicando a los Señores que le mandasen a terminar la Sacristía de Don Benito, cuya construcción estaba a su cargo.

El 10 de enero de 1560, se leyó una petición del Concejo de Guareña pidiendo que se confiara la construcción de su iglesia al maestro Rodrigo Gil. Cinco días más tarde, se realiza el contrato entre el Cabildo y Rodrigo Gil de Hontañón. Debido al elevado volumen de trabajo de Rodrigo Gil, encomendó las obras de Guareña a Juan de la Puente, que fue el que cerró en 1553 el crucero y la capilla del coro en la Catedral de Plasencia.

Los acuerdos y contratos del Cabildo con Rodrigo Gil fueron confirmados por el Obispo don Pedro Ponce de León, quien mediante escrituras de 24 de marzo de 1562 y 11 de abril de 1570 confirmó a Rodrigo Gil en la dirección de las obras.

En 1580 aparecen nuevas noticias de las obras: se suspende la construcción hasta que Herrera, maestro de obras de S.M., dictaminase sobre ellas.

El 28 de abril de 1900, a las cuatro de la tarde, se hundió la bóveda del coro de esta iglesia. Su desprendimiento arrastró tras sí parte del tejado que descansaba sobre ella ocultando bajo sus ruinas el coro, la balaustrada de la tribuna y unas 2.000 losas de mármol del pavimento. Según Saldaña, arquitecto que explicaba los motivos de los defectos de la edificación en la memoria de reconstrucción, el principal defecto que había que corregir era la pésima constitución y disposición de la cubierta de la iglesia.

Años posteriores, se reconstruyó la bóveda derruida igual a la anterior pero con materiales menos pesados. Para ello se empleó rasilla, yeso y cemento, formándose con escayola su antigua nervatura y florones de piedra. Todas las bóvedas fueron retocadas y cubiertas por su parte superior con una capa de cemento, poniéndose punto final a los restantes detalles; la apertura se realizó solemnemente el 9 de junio de 1917. La iglesia fue nuevamente restaurada en los años posteriores a 1939.

En 2005 tuvo lugar obras de restauración en la iglesia, pero sobre todo, en la torre. Unas obras destinadas sobre todo a la consolidación y restauración de la torre y a la reparación de daños estructurales y figuraciones en los paramentos verticales del edificio.

Características generales

Se trata de un edificio de gran pureza de líneas exteriores, no alteradas por construcciones posteriores ni añadidos de ningún tipo. Cuyo solar ocupa aproximadamente 2.211 m2, de los cuales 1.455 m2 corresponden a la nave de la parroquia y los 756 m2 restantes, al atrio. Al lado derecho de la iglesia, se encuentra el atrio, algo elevado sobre el nivel de la calle. De piedra granítica, de sillería los estribos, de poco resalte los ángulos de la torre y lo demás de mampostería. Es, a grandes rasgos, de plena época renacentista aunque con importantes alusiones góticas dentro del característico modo de hacer de Rodrigo Gil de Hontañón; se le puede clasificar como plateresco por esta típica mezcla de elementos góticos y renacientes.

En su interior dispone una gran nave de unos 50 metros de largo por 16 metros de ancho. Se divide en cuatro grandes tramos con cubierta de crucería y el tramo de los pies bajo el coro. Los tramos se separan por arcos de medio punto. Posee capillas laterales situadas entre los soportes, que son grandes columnas estriadas adosadas a los contrafuertes, entre los cuales se disponen las mencionadas capillas laterales de arco apuntado.

El ábside es semicircular, de unos 8 metros de radio, con cubierta de casetones de aspecto muy severo y clásico. A la derecha del altar mayor aparece la sacristía. Posee dos portadas laterales y una principal a los pies de la iglesia, donde se encuentra el característico coro alto colocado sobre un gran arco escarzano muy audaz y rebajado, de unos 15 m de ancho. La torre se encuentra situada a la derecha de la portada principal.

La planta general tiene precedentes en las iglesias de una nave del estilo Reyes Católicos del siglo XV. Tiene gran importancia el conocimiento de procedencia de este tipo de iglesia que nos demuestre que Santa María de Guareña no es un monumento aislado sino que responde a un estilo definido y claro.

Dirección (calle y número)
Calle Sta. Maria, 7, 06470 Guareña, Badajoz
38.8600983, -6.1044163