Ubicada en el extremo occidental del cerro que ocupa la población de Castilblanco. La construcción de la iglesia actual se remonta a los siglos XIV y XV.
Se dice que sus ocupantes eran los templarios blancos que tuvieron mucho poder en la Península desde su fundación hasta su caída. Fundaron la Orden del Temple siendo tan solo nueve fundadores en 1118 y a la postre adquirieron un poder muy reseñable. De la aventura de los templarios en su paso por la localidad ha quedado el nombre: Castilblanco. También las calles aledañas tomaron los nombres “calle del Castillo” y “Rincón del Castillo”.
Es un curioso edificio moldeado a lo largo de muchos siglos. Su origen está relacionado con la fortificación que vigilaba el Guadiana por esta parte. Esa posición le da unas buenas vistas del castillo de Herrera del Duque y la Sierra de los Golondrinos y la de las Barbas de Oro y el paso de la Barca en la parte suroeste.
El núcleo se asienta sobre una colina con uno de sus costados cortados a pico, en cuyo borde, asomándose sobre la llanura que se abre por delante, se perfila la silueta de su caserío, del que sobresale la iglesia parroquial de San Cristóbal. Se trata de una obra mudéjar, transformada posteriormente por las numerosas remodelaciones experimentadas que reutilizó parte de los materiales que quedaron del castillo original.
El cuerpo principal de la construcción consta de tres naves, divididas en dos tramos: la central es la más alta, de madera, y se sostiene sobre arcos de ojival o arcos apuntados. La primera parte de la cabecera podría haber formado parte de la edificación anterior, destacan los grandes muros y huecos abiertos a sus lados. Al final de este cuerpo, encontramos la parte principal de la iglesia que acoge el altar, con forma de ábside semicircular con cúpula de cuarto de naranja. El retablo es de reciente construcción, de estilo neoclásico y destaca en el centro la patrona de la localidad, la Virgen del Castillo. También la acompañan en los lugares principales San José y San Cristóbal. A la estructura de cabecera se le suman dos capillas anexas que quedan a cada uno de los lados. Una de las capillas está tapiada de manera que deja un espacio reservado a la sacristía.
La entrada de la iglesia está preservada por un soportal de ladrillo rústico formado por una concatenación de arcos de medio punto, a excepción del central que es apuntado, como también lo es la puerta de entrada a la parroquia. En el extremo opuesto al altar, es decir en el fondo del edificio, encontramos el coro de madera original del siglo XVIII. Debajo de él, en la planta baja de la iglesia se encuentra la pila bautismal.
Respecto al exterior del edificio, cabe mencionar las remodelaciones de los últimos años. El antiguo empedrado del suelo del recinto ha sido sustituido por un suelo de piedra. También la obra realizada para cubrir una réplica a tamaño mediano de la virgen de Guadalupe, que queda refugiada entre dos muros del exterior. Además, la protege un soportal de cristal y queda iluminada por unos focos que se encienden al atardecer. Asimismo, son dignas de especial mención las columnas ochavadas, similares a la Iglesia de Santa María la Blanca de Toledo y el confesionario realizado con motivos e inspiración guadalupense. El templo y el lugar que ocupa son conocidos a nivel popular por "el castillo", lo que denota la existencia en otro tiempo, en ese mismo punto, de una fortificación.
Al llegar al final del patio encontramos, alojado a la derecha, el antiguo cementerio local y si miramos al norte, tenemos una gran panorámica de las Sierras de las Villuercas; tanto de los caminos de Alia como los que vienen de Guadalupe y Cañamero. La iglesia, y concretamente su torre, sería el lugar mas seguro de todo el recinto fortificado.