La Casa de la Cultura de Villafranca de los Barros ocupa una antigua fábrica de harinas, construida en los años finales del siglo XIX y declarada Bien de Interés Cultural en 1994, el mismo año en que fue inaugurada y actualmente ha cumplido 25 años como centro cultural.
La antigua Electro-Harinera de San Antonio, constituye un buen ejemplo de arquitectura industrial. En ella se elaboraban productos panificados y durante años proporcionó electricidad a la población. Precisamente, una de las referencias más antiguas del edificio es el contrato firmado en 1895, entre los propietarios e Isaac Peral, para la instalación de la central eléctrica. Hasta ese momento la fábrica había funcionado gracias a la máquina de vapor.
En 1920, era la principal industria de la localidad. Hay noticias de que producía harinas, sémolas y unos 9000 panes diarios, que se vendían en Villafranca y los pueblos de la comarca.
Estuvo casi noventa años en funcionamiento, hasta su cierre en 1979. La rehabilitación se inició en 1986 por el arquitecto municipal Vicente López Bernal, respetando la estructura originaria, los materiales y conservando buena parte de la maquinaria interior. Algunas cubiertas y otras piezas interiores son de madera de pino pinsapo.
Se trata de un edificio construido en mampostería de piedra y mortero, con remates en ladrillo. Consta de cinco cuerpos de diferentes alturas, distribuidos en una planta rectangular, alrededor de un amplio patio. Destacan el edificio principal de tres plantas, ático y cubiertas a dos aguas, así como cinco chimeneas de ladrillo. La principal mide 24 metros y daba salida a los humos de la máquina de vapor. Las otras cuatro pertenecen a los hornos de cocción del pan.
La Casa de la Cultura dispone de: salón de actos, salas de exposición, biblioteca, escuela de música, estudios de radio, sala y biblioteca infantil, cafetería… Cada uno de estos espacios conserva restos de lo que fue su contenido originario.
El salón de actos, en la planta baja, ocupa el lugar el antiguo molino de piedra. Junto a él la cafetería era el almacén de harinas. En el semisótano está la barra, donde estuvo el eje motriz de la fábrica. En esta planta se localiza también la sala infantil, donde en su día hubo silos y tolvas, y la magnífica biblioteca, espacio con dos alturas y donde encontramos restos de la panadería, como los cuatro hornos.
Junto al patio, dos salas de usos múltiples ocupan el espacio que alojaba la máquina de vapor y se encuentran también algunas salas de la escuela de música.
En los pisos altos del edificio principal hay varias salas de exposiciones, con la maquinaría original de la fábrica. Especialmente interesante, es el espacio de la buhardilla bajo el tejado a dos aguas del edificio, utilizado como almacén de envases.