El edificio, realizado con ladrillo y piedra, se asienta sobre la fuerte pendiente sobre un plinto que le sirve de base, teniendo alrededor un conjunto de espacios irregulares que configuran rincones de acusado atractivo morfológico.
En su configuración se distingue sobre todo la peculiar fachada, consistente en un gran arco, bajo el que se cobija una portada clasicista, todo ejecutado en ladrillo. Como remate ostenta espadaña del mismo material. La obra representa creación muy singular, cuya presencia en este enclave no deja de llamar la atención. Fue erigida en 1884 por el arquitecto historicista madrileño Juan Bautista Lázaro Diego, autor también de la iglesia de la localidad cacereña de Cedillo, con la que guarda estrecha similitud.