En los terrenos más llanos, cerca de las nombradas huertas de Magacela, el Prior don Cristóbal Bravo de Laguna rehabilitó este templo en los primeros años del siglo XVI.
Fue iglesia del viejo convento prioral de la Orden de Alcántara, ya completamente desaparecido, y contiguo también se encontraba el antiguo palacio prioral. Está constatado que la ermita fue por el Prior «...reedificada y aderezada, como si hubiera estado a punto de arruinarse, ...».
Es un edificio construido en su mayor parte de mampostería y hormigón con contrafuertes de ladrillo en la nave y de cantería en la cabecera. El templo destaca por su belleza arquitectónica, con atrio delantero que se compone de un arco central ojival flanqueado por otros dos carpaneles, balaustrada y rematado en altura con pequeña espadaña. Éste, sabemos que en origen estaba cubierto por «quartones de pino ... y encima vano y teja ... enladrillado y la parte de la puerta esta un poyo de ladrillo y cal».
En origen, la cubierta de la nave, montada sobre dos arcos de ladrillo, era de vigas de madera de pino y encina, barro y teja encima. En la actualidad, toda ella está muy remozada y el enlucido y enjalbegado tanto interno como externo, no nos permite apreciar detalles constructivos; si bien podemos decir que la antigua cubierta de madera fue sustituida por bóvedas de arista en cada uno de sus tramos.
En el interior, a la derecha de la entrada, se dice en 1634 que estaba la pila de agua bendita que aún se conserva embutida en el primer estribo del muro de la Epístola. Es ésta de mármol, labrada a forma de una venera con cuatro cabezas de leones.
En el muro del Evangelio y también inmediato al arco toral, había otro altar y un retablo de ocho tablas de madera de pino con San Benito y San Bernardo pintados, así como sus candeleros de azófar y frontal. En este muro también había una pequeña puerta de ladrillo con las hojas de madera de pino, cerrojo, cerradura y llave; de ésta, aunque tapiada, se puede observar parte de su arco de medio punto desde el exterior, pues se conserva en medio de los contrafuertes del segundo tramo de la nave de la ermita.
En 1669 el Prior Frey Luis Velázquez y Zúñiga realiza el trono para el sagrario, aparecido tras la rehabilitación del actual retablo. Se encuentra en perfecto estado, conservando la viva policromía que lo decoraba. Sobre el poyo de piedra, en el frontal superior, una cartela ovalada de fondo blanco con marco dorado rematado en los extremos con dos flores de lis en la parte superior y otras tantas en la inferior, se encuentra flanqueada a ambos lados por un par de escudos de color verde. Todos estos elementos en relieve se enmarcan en tres rectángulos, de fondo terroso en los laterales y verde en el central. La inscripción está grabada y pintada de dorado en los escudos y de color negro en la cartela.
Bajo un arco construido para este fin, se encuentra el sepulcro de Prior Frey Cristóbal Bravo de Laguna. Su estatua yacente, algo tosca en ejecución, y ropas sacerdotales, fue esculpida en mármol sobre un sarcófago con letras capitales romanas grabadas dentro de un marco y antes situado en medio del templo.
A la izquierda de este sepulcro, por una puerta accedemos a unas dependencias con bóvedas de arista que hacen la función de sacristía. Exteriormente se muestra como un cuerpo adosado a la fábrica original con dos vanos a modo de aspilleras para iluminarse. Además de la información sobre el promotor de la obra que nos ofrece el escudo del frontón, dos bloques con inscripciones alusivas en las dos pilastras laterales se encargan de aclararnos que fue su constructor el Prior don Nicolás Barrantes Arias en los años 20 del siglo XVII.