Siguiendo los modelos típicos de la arquitectura rural de este tipo de edificios religiosos, la Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, antes bajo la advocación de “Santa María La Nueva” (es de suponer una “Vieja” ¿Los Mártires?) muestra en cada uno de sus elementos paralelos formales con el resto de obras extremeñas de tal índole.
Es una construcción de medianas proporciones levantada prácticamente en su totalidad a finales del siglo XV por el último maestre la Orden de Alcántara D. Juan de Zúñiga, promotor de la obra, con fábrica de mampostería y sillares en sus contrafuertes.
A la planta elemental, se le han ido añadiendo con el paso del tiempo abundantes cuerpos laterales o capillas abriéndose para ello espacios entre los contrafuertes.
Son especialmente significantes, pues rompen con la armonía arquitectónica, las crujías adosadas al muro de la Epístola, cumpliendo con unas más que evidentes necesidades espaciales.
El interior es una sola nave dividida en tres tramos con arcos fajones y cubierta originaria de alfarje de madera; mientras, el altar del templo se cubre con bóveda de crucería, levantada en época contemporánea por haberse desplomado.
De la más interesante y espectacular, la septentrional, de estilo gótico, destaca su arco ojival, jambas a modo de finas columnas rematadas en capiteles, restos de policromía decorativa y dos escudos de armas del Cardenal D. Juan de Zúñiga, último Maestre de la Orden de Alcántara que financió el edificio.
Mención especial merecen los esgrafiados latinos y remate de bolas en la parte más alta del muro contigua al voladizo de tejas, ejemplos que ponen de manifiesto los elementos decorativos difundidos en tiempos de los Reyes Católicos, de finales del XV.
La monumental espadaña situada sobre la portada de los pies, con tres enormes huecos donde se ubican las campanas, es una obra contemporánea que vino a suplir la carencia del destruido campanario.