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Casa solariega

Residencia burguesa, del primer tercio del pasado siglo XX, casi un palacete, construida por el maestro Emilio Camacho de Don Benito, en la tercera década del pasado siglo XX. Está catalogada con protección estructural simbólica ubicada en la calle D. Diego López, conocida popularmente como la casa de doña Catalina Cortés.

Se trata de un edificio singular, de fuerte personalidad arquitectónica, que esta abierto al exterior con fachadas a tres calles. Su composición estilística es ecléctica, al tener claras influencias arquitectónicas del estilo neoclásico y del modernismo. El edificio está construido con técnicas constructivas modernas, dando prioridad al uso del ladrillo en sus muros, empleando el hierro en la conformación de sus forjados planos, y el cemento armado, para realizar las variadas piezas de la rica ornamentación exterior de sus fachadas.

La residencia tiene forma cuadrangular y cuatro vanos de amplitud en cada una de sus dos plantas, en sus tres fachadas. Se accede a ella a través de dos peldaños de mármol blanco que elevan y aíslan el pavimento de la misma. La distribución interior y el acceso a las múltiples estancias de la residencia, gira en torno a un zaguán, y un gran distribuidor que a modo de patio central con claraboya, ilumina verticalmente el interior de la misma.

A la planta superior que es habitable, se accede desde el patio interior por una elegante escalera de mármol blanco. Todas las estancias de las dos plantas del palacete, tienen luz directa y ventilación desde el exterior. Y aunque el concepto de la higiene personal, era muy diferente a las costumbres y usos actuales, la residencia cuenta desde sus orígenes con cuarto de baño.

Saliendo al patio a la derecha se ubica la amplia cocina, que dispone de un sótano que se utilizaba como fresquera para guardar los alimentos, en una época en que los frigoríficos no estaban todavía en el mercado. Un amplio patio posterior, da paso a las antiguas dependencias agrícolas y de servicio de la casa, cochera, cuadras… que tienen su entrada por la posterior calle de Salsipuedes.

La familia disponía de un carruaje tirado por caballerías, para sus desplazamientos a las diferentes fincas o cortijos, que se guardaba en la cochera.

La composición estilística de las diferentes fachadas de la residencia es uniforme, utilizando la misma riqueza ornamental y el llagueado de sus muros a la romana en cada una de ellas. La fachada de la calle Salsipuedes, tiene bajos y doblado, está dominada por la puerta falsa y sus vanos son de arco rebajado, una potente cornisa con comedido antepecho corona esta parte del edificio.

La parte más monumental del palacete, la conforman: la fachada principal con sus dos tribunas de la planta superior; el esquinazo redondeado a modo de torreón con los dos balcones que a modo de pulpitos se abren al exterior, y el espectacular castillete superior con terraza bajo cubierta que corona el edificio; y el primer cuerpo de la calle lateral, que también está coronado en su esquinazo, por otro ornamentado castillete.

Otra innovación ornamental que aporta este edificio, son las persianas de librillo metálicas, que permiten en verano la aireación de su interior, preservándolo de las fuertes canículas.

Con este palacete, termina la preponderancia que la piedra de cantería había tenido durante siglos como signo de orientación en las construcciones domésticas de Guareña, dando el relevo al mármol que pasará a ser el material más codiciado

Dirección (calle y número)
C. Don Diego López, 17, 06470 Guareña, Badajoz, España
38.8587429, -6.1003808