Esta actividad existió hasta mediados del siglo XX, cuando el cemento y los hornos industriales acabaron con este tipo de economía artesanal. Producían principalmente cal morena para mortero o argamasa y en menor proporción para cal de blanqueo de las viviendas. En ellos se introducían las piedras calizas (carbonato de calcio, CaCO 3) colocadas sobre un lecho vegetal de leña y se las sometía a calcinación entre 700º y 900º C. de temperatura durante tres días, para así convertir el carbonato cálcico de la roca en cal viva (óxido de calcio, CaO).